martes, 10 de marzo de 2015

Sobre mi yo-no-soy

Yo mismo soy un personaje ficticio, creado, que junto los pensamientos dispersos.

Pero ay, el designio de servirse de uno como asunto de cuanto se escribe...

Me presento a mí mismo como tema y argumento. Nada fidedigno, desconfiado absoluto. Muerto acaso, esa muerte sólo significa la del personaje. Me he escapado del tema original y en esa contextura abstracta, convincente aún así, la impresión de la vida tal como la experimenta un observador, sería en sí misma lo que a buen seguro anhela el artista real.

Pero, repito, he sido cogido en mi propia trampa. Nadie hable, pues, de este brillante fantasma, que se traiciona. Como Aspern, los papeles han sido destruidos.

La transfiguración, completada.


Ilustración © ‘Down the trap hole’, de Nanohikakou

lunes, 9 de marzo de 2015

PRE-TEXTO (S)

Habitar espacios.
Difuminarlos en el espesor.
El tropo innumerable, opaco, necesario, metafórico.
Puesta en juego.
Toda poética habita una necesidad topológica, y el instante muta. La escucha del silencio, con ella hermanado.
Su estructura misma, ese “ver disconforme en tanto que se es”.
Fabular el obstáculo.
Como Edipo, todo debe quedar en un triunfo sublime sobre su propio peligro. El triunfo, parte de él, al menos, está en toda poética.
El peligro es lo real.
La captación de lo verdadero, su atisbo, aplicando la forma matemática del poema, conduce a un dominio creciente de lo natural.
La realidad lógica e indestructible debe ser, en efecto, derruida por la palabra.
Restringir lo inefable, simplificarlo, y (re) construir de nuevo.
Nombrar aquello, emancipado de la dinámica del mundo, discernir lo perverso del intelecto.

Volar lejano, volar, al fin, en la síntesis de todos los juegos del lenguaje.


Fotografía (c) Alberto Di Cesare